En 2019 estaba dispuesto a perdérsela, pero, ¿ahora, en medio de una pandemia, violando los protocolos de seguridad que le aplican al país entero? ¿Violando los protocolos por los que hace meses ni abrazamos a nuestros padres ni acompañamos a nuestros enfermos en el hospital ni velamos nuestros muertos? ¿Violando los protocolos que le han costado el trabajo y el sustento a miles de puertorriqueños, y la asistencia a la escuela a los niños? No, no, que no, ahora no. De ninguna manera va el Usurpador a perderse su fiesta.
Llegó su momento por fin, no importa que la mayoría del país lo rechace; llegó su momento por fin y él quiere su fiesta. His very own COVID-19 super spreader event! ¡Qué “americano” es nuestro futuro gobernador!
En 2019, en un acto clandestino, ilegal, abofeteándonos a todos, estuvo dispuesto a tener su “toma de posesión” bajo cobijo de la oscuridad de la noche, con sólo su hermana-colaboradora de testigo y la jueza que se prestó para el chanchullo.
Pero ahora que llegó su momento por fin, corazón, por fin, va a tener su fiesta. Aunque pequeña, sabes. Es pequeña, hombre, que él se sabe sacrificar: son sólo 400 los invitados. Sabremos cuántos se contagiaron en el Pierluisi’s COVID-19 super spreader event cuando el periodista que se atreva nos informe sobre quiénes se colaron en la fila de las vacunas.
Llegó su momento, caramba, y el Usurpador quiere su fiesta. ¿Irresponsable? Sin duda. Y pensar que él no es peor que sus antecesores que allí estarán. Si antes los gobernadores peleaban por su derecho a escoltas, supongo que ahora lo harán por su derecho a recibir vacunas rush.
Como si las actuaciones del usurpador no fueran indignas, el saliente (menos mal) Secretario de Salud piensa (¡qué mente!) que tener al Usurpador violando unas órdenes ejecutivas que le aplican al país entero es necesario porque “necesitamos presentar un gobierno de fuerza y tenemos que proyectar a Puerto Rico como un país de orden”. Ooooh, mira tú: violar órdenes ejecutivas y abofetear al país es, para el incompetente Lorenzo González, ser un “país de orden”. Y para continuar con la falta de respeto, dice González que el Usurpador “tiene el derecho” de tomar posesión como lo han hecho los pasados mandatarios. No me digas. Estas declaraciones del infame Lorenzo González son aborrecibles.
González remata diciendo que “todas estas personas que llegan a este tipo de actividad son personas educadas, conscientes, reconocen síntomas y pueden generar una respuesta”. No sabía yo que estudiar derecho te hacía médico. O que ser político te hacía educado. Lo que han hecho estas expresiones de González es dejar bien claro el desprecio que tiene por las personas a las que se supone sirva como Secretario de Salud. Como muchos otros miembros de los gabinetes PNP, ha demostrado cuán enorme le queda el puesto.
Sin embargo, la guinda del pastel, a pesar de la competencia, le pertenece al Usurpador. Una vez más deja claro en el desprecio que tiene a la Constitución. Según él, como “el acto de toma de posesión de un gobernador está establecido en nuestra constitución y es una formalidad indispensable en una democracia como la que vivimos en Puerto Rico”, tiene derecho a su fiesta. Parece, en su gran conocimiento constitucional, que cuando la Constitución dispone que “el Gobernador ejercerá su cargo por el término de cuatro años a partir del día dos de enero del año siguiente al de su elección y hasta que su sucesor sea electo y tome posesión”, el Usurpador entiende que eso quiere decir que él tiene derecho a su gran fiesta.
Y no he mencionado la posibilidad de que la insistencia en su gran fiesta es para que sus amigos del alma ya empiecen a guisar…
Sólo me queda decir: a ese 33% que votó por un usurpador como Gobernador, prepárense para explicar su voto por un evidente simpatizante del autoritarismo cuando las actuaciones de Pierluisi como Gobernador nos dejen en la calle. Porque los demás sabemos muy bien de qué pata cojea el futuro residente en Fortaleza.
Así se defendió el Usurpador: “siempre va a haber quien critique”. Para muestra de qué podemos esperar del autoritario wanabí, con un botón basta.